martes, 23 de agosto de 2016

Sobre la llamada "ideología de género"


En mi descanso vacacional he tenido la oportunidad, una vez más, de discutir sobre cuestiones ligadas a la moral y comportamiento sexual, temas por los que muestran cadencia -desde mi punto de vista exagerada- ciertos movimientos y personas con exacerbadas tendencias religiosas.

La discusión comenzó a raíz de la ley de identidad de género y derivó en el tema de si la homosexualidad es una enfermedad o no y sobre si las personas nacen o se hacen homosexuales, temas que darán para más de una entrada en el blog. 

Este artículo –y los que le sigan- va a ser largo, así que si alguien, como alguna persona que me comentó con cierta ironía que no leía mis argumentaciones por extensas, prefiere dejar de lado la razón y asirse a sus convicciones ideológicas y religiosas, que no siga leyendo porque se aburrirá con mis explicaciones y razonamientos, pero que no se ofenda si queda automáticamente deslegitimada para seguir hablando sobre el tema.

Me llamó la atención -y es sobre lo que escribiré hoy- la rápida conexión e identificación de la ley llamada de identidad de género, mejor definida como: Ley de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales, con la llamada “ideología de género”.

He podido comprobar en los últimos meses la existencia de una campaña desde la Iglesia católica y grupos conservadores dentro de la misma para deslegitimar las mencionadas leyes, e introducir este concepto nuevo y que desde el principio me sonaba raro.

Como tenía la mosca detrás de la oreja, y me molestaba, me dediqué a buscar información sobre qué era eso de la “ideología de género”. La sorpresa fue que no encontré en internet ninguna página web perteneciente a ningún grupo, asociación o lobby que reivindicara dicho término. Así que empecé a sospechar que, quizás, el término hubiera sido acuñado por aquellos que se posicionan en contra y no aceptan la homosexualidad como algo normal en nuestra sociedad. 

Y así lo creo. Si usted se da un paseo por internet, encontrará que las únicas páginas que hablan o utilizan dicho término pertenecen a la Iglesia católica, muestran declaraciones de obispos y cardenales, artículos de ciertas universidades y asociaciones y de personas ligadas fuertemente a la religión católica.

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Nadie puede definir lo que es la “ideología de género” porque sencillamente no existe, y es un concepto inventado por grupos que no aceptan la homosexualidad como una condición más de la sexualidad humana.

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Lo que existe es una diferencia entre la identidad sexual fisiológica y la psíquica. Algo que la Iglesia Católica no quiere admitir y de lo que hablaremos en otras entradas.

El problema se remonta a la famosa IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekín entre el 4 y 15 de septiembre de 1995, convocada por ls ONU y que versó sobre los derechos, igualdad y discriminación de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.

Aunque la conferencia intentaba establecer las bases de una igualdad entre hombres y mujeres, y el Vaticano fue uno de los países firmantes de la declaración, acudió más preocupado por los temas de salud reproductiva y el aborto, y la Santa Sede publicó rápidamente una aclaración sobre la palabra “género”.

En el año 2008, la ONU hizo una declaración sobre orientación sexual e identidad de género firmada por 192 países, incluyendo a todos los pertenecientes a la Unión Europea. Pero Rusia, China, la Conferencia Islámica y el Vaticano se posicionaron en contra de la declaración. El Vaticano alegó que
 “Los estados que no reconozcan la unión entre personas del mismo sexo serán sometidos a presiones”. 
Y aunque instó a que se evitara todo signo de discriminación injusta y sanciones penales contra los homosexuales, el representante del Vaticano explicó que
En particular las categorías orientación sexual e identidad de género, usadas en el texto no encuentran reconocimiento en el ordenamiento jurídico internacional”. 
El hecho es que el Vaticano, guiado por “preocupaciones morales” más que por el afán de proteger los derechos humanos, se negó a firmar –alineándose con los países pertenecientes a la Conferencia Islámica- la declaración que incluía en su punto 11 la siguiente petición:
“Urgimos a los Estados a que tomen todas las medidas necesarias, en particular las legislativas o administrativas, para asegurar que la orientación sexual o identidad de género no puedan ser, bajo ninguna circunstancia, la base de sanciones penales, en particular ejecuciones, arrestos o detención”.
Esta actitud me pareció entonces deplorable y me lo sigue pareciendo hoy.

La Delegación del Vaticano en la intervención de la Comisión sobre el estatus de la Mujer del Consejo Económico y Social de la ONU, el 14 de marzo de 2011 expuso:
“el término 'género' se refiere a los dos sexos, masculino y femenino, dentro del contexto de la sociedad. El término 'género' no indica un significado diferente” de la definición antes mencionada”.
Luego explicó que
“algunas delegaciones intentaron avanzar una vez más, a través de los “estudios de género”, en una radical definición de “género”, que afirma que la identidad sexual de alguna manera se puede adaptar indefinidamente con fines nuevos y diferentes, no reconocidos en el derecho internacional.”
Pero curiosamente, aunque la delegación no apoye el que la identidad sexual "pueda adaptarse indefinidamente", algo que no sé de dónde sale ni acierto a entender, lo realmente importante y llama la atención es, sencillamente, que no admite que el uso del término “género” pueda extenderse más allá de los conceptos de hombre y mujer, es decir, por extensión, no se reconocen los derechos de las personas homosexuales. Y esto es lo importante, independientemente de si la orientación sexual esté fijada antes del nacimiento, se adquiera tardíamente, o, como absurdamente se dijo en la intervención "se adapte indefinidamente con fines nuevos"

A continuación explica un aspecto que tiene que ver con la educación y que preocupa mucho a los movimientos católicos conservadores hoy:
“la falta de referencia a los “derechos” de los padres, en particular a su derecho a elegir la educación para sus hijos, incluyendo la educación sobre el auténtico amor humano, el matrimonio y la familia”.
Es decir, el derecho a los padres a educar a sus hijos en sus ideas particulares y negando el hecho objetivo de que entre personas homosexuales pueda existir un auténtico amor humano y puedan formar una familia. Exactamente la misma actitud de los creacionistas en EEUU en lo referente a la enseñanza de la Teoría de la Evolución en los colegios.

Como vemos, se trata simplemente de la aceptación o no de la existencia de la homosexualidad como una condición más en la sociedad. 

Y por ello se ha orquestado una campaña desde la Iglesia católica y algunas de sus instituciones en la que se le da la vuelta a la tortilla y se acusa al “lobby gay” de intentar destruir a la sociedad y a la familia. Y vemos al obispo de Córdoba diciendo que “la ideología de género destroza la familia” y que “la Iglesia Católica es odiada por los promotores de la ideología de género, precisamente porque se opone rotundamente a esto".

Y al cardenal Cañizares cuando en una homilía el 15 de agosto, comparó la “ideología de género” con el nazismo y pidió a los católicos que desobedecieran aquellas leyes que consideraba injustas basadas en "la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de género".

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Se confunde así la posición sobre los aspectos morales en relación a la homosexualidad con las leyes de identidad de género, cuyo fin es abogar por el respeto y evitar la discriminación social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales.

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¿Ha leído usted la ley? Yo sí, la 8/2016, de 27 de mayo de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, y, la verdad, no sé qué aspecto concreto nos está animando este cardenal a desobedecer.

Lea y decida usted mismo.

Me llama mucho la atención el que algunas personas pertenecientes a grupos religiosos y organizaciones que aconsejan e impulsan a sus miembros a infiltrarse en todos los ámbitos de la sociedad para poner a Cristo en la entraña de todas las cosas (instaurare omnia in Christo) utilizando todos los medios económicos y sociales posibles, hablen de lobbies. ¿Cómo es posible que ellos mismos no se reconozcan como pertenecientes también aun lobby de otro signo muy distinto pero, al fin y al cabo, un lobby que trata de difundir e instaurar al máximo su ideología o manera de pensar?

Probablemente se me acusará de posicionarme en contra de la Iglesia o de defender al "lobby gay" y esto no es así. No defiendo ni estoy con unos o con otros. Lo que me niego es a dejarme adoctrinar y dedicarme a repetir como un loro -como tantos- lo que no he pensado antes y que, después de hacerlo, considero absolutamente falso.

Seguiré hablando del tema en la próxima entrada.



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