martes, 30 de junio de 2015

De cómo (posiblemente) se organizó este tinglado

En la entrada anterior propuse la idea de que el orden que vemos en el Universo no requiere la existencia de una inteligencia ordenadora. 

Antes de continuar me gustaría hacer una consideración para aquellos que se echan las manos a la cabeza, la menean para mostrar su desacuerdo o lo hacen para indicarme que me toman por ingenuo.

El razonamiento es bien sencillo. Si aquellos que viendo la complejidad que emerge de la materia no pueden explicarla sin la existencia de un ser superior que la haya organizado, ¿cómo es que pueden aceptar sin más la existencia de ese ser sin explicación alguna? Seamos honestos. Si razonamos que el orden que vemos requiere de una inteligencia superior, esta última debería presentar los mismos requerimientos, es decir, la existencia de algo o alguien que dé cuenta de su organización, y así ad infinitum. Como no podemos aceptar el infinito en la sucesión de causas ordenadoras muchos, siguiendo a S. Tomás, ponen fin a esta paranoia, aceptando la existencia de un ser superior incausado, aunque no lo puedan explicar. Yo lo veo mucho más sencillo: como me resisto a aceptar la sucesión infinita de causas, tiendo a pensar que la materia podría tener como propiedad la posibilidad de auto-organizarse.

Y ahí estamos. 

Pero vayamos al grano. La auto-organización es el proceso por el cual, y debido a la interacción local de los componentes de un sistema, surge un orden o coordinación en dicho sistema sin estar dirigido por ningún agente exterior o interior al mismo, y cuyas características no existen en los elementos particulares que componen ese sistema. Los procesos de auto-organización se puede observar en el mundo físico-químico y biológico. 

Si aceptamos lo que la astrofísica moderna nos cuenta, a partir de esa singularidad que denominamos Big Bang hace 13,7 mil millones de años, comenzó a formarse la materia. Esta fue lanzada en todas direcciones en forma de partículas elementales: electrones, positrones, mesones, bariones, neutrinos, fotones y una larga lista de partículas conocidas hasta el día de hoy. Leptones y quarks se combinaron en un primer nivel de organización para dar lugar a electrones, neutrones y protones que constituyen los átomos. Protones y neutrones se unieron para formar los núcleos de deuterio y de helio y pasados varios cientos de miles de años, los electrones y los núcleos se combinaron para formar los átomos mayoritariamente de hidrógeno. 

En el átomo podemos observar el primer nivel de auto-organización constituyendo la unidad más pequeña de lo que llamamos materia. Los átomos presentan unas propiedades particulares de masa, tamaño y nivel de energía determinados que emergen de la composición de sus partículas elementales. Grupos de átomos de la misma clase constituyen lo que denominamos elementos químicos, que presentan particularidades propias y que podemos encontrar en la famosa tabla periódica. De ellos, el hidrógeno es el más sencillo y constituye más del 75% de toda la masa visible del Universo.


El hidrógeno es el elemento principal de las estrellas y combustible de las reacciones termonucleares productoras de la energía solar que posibilita la vida en la Tierra. Al pasar el tiempo, algunas regiones de la materia crecieron gravitacionalmente aumentando su densidad y formando nubes, estrellas, galaxias y el resto de las estructuras astronómicas que actualmente se observan. Las estrellas son la fábrica de materia del Universo, donde se produce la síntesis de nuevos elementos químicos mediante fusión nuclear, y que esparcen por todo el Universo al estallar en forma de supernovas (somos polvo de estrellas, que decía Carl Sagan).

Cuando al menos dos átomos se unen el resultado es lo que llamamos molécula, poseedora a su vez de particularidades propias y distintas a las de los átomos que las constituyen. Las moléculas interaccionan entre sí mediante reacciones físico-químicas. 

Y estas pueden ser de varias clases: 

1) De síntesis. Dónde compuestos sencillos se unen y forman uno más complejo. (Cloro y sodio se unen para formar la sal o cloruro sódico) 

2) De descomposición. Donde una sustancia da lugar a varias más sencillas. (Descomposición del agua en hidrógeno y oxígeno).

3) De desplazamiento. Donde un elemento reemplaza a otro en un compuesto.

La combinación de elementos y la puesta en acción de estas reacciones es lo que da lugar a las propiedades físicas y químicas de la materia observable y que se encuentra organizada en cuatro estados de agregación: sólido, líquido, gaseoso y plasma. De lo visto hasta aquí podemos deducir que existe un orden intrínseco en la materia que no depende de ningún factor exterior a ella, sino de las propiedades de las partículas elementales de las que están formadas los átomos, que dan lugar a elementos, que conforman las moléculas, de las que están compuestas las cosas materiales que podemos observar. 

Aunque a simple vista sólo encontremos orden u organización en estructuras macroscópicas como cristales minerales, copos de nieve, en la dinámica de determinados fluidos, o en un ser vivo, es verdad que la simple constitución de la materia y su interacción requiere de un orden preciso y de unas leyes que lo dirigen actuando desde lo microscópico a lo macroscópico, confiriendo la aparición de características emergentes en las cosas de una manera gradual y que no poseen sus componentes esenciales. 

Una vez observado y entendido que la existencia de moléculas y átomos sólo es posible mediante la ordenada organización de sus componentes debido a sus propiedades particulares, no veo problema en aceptar que la materia sea capaz de auto-organizarse. 

Y yo lo que veo es orden por todas partes, por muy desorganizado que nos pueda parecer.

La siguiente pregunta es si este proceso es también el responsable de generar la aparición de estructuras complejas como la de seres vivos. Y la respuesta breve es: si la partículas elementales son capaces de organizarse hasta formar estructuras macroscópicas como planetas y estrellas, rocas, dunas, cristales, playas, estuarios, volcanes, nubes, lluvia y nieve ¿Qué impide que siga organizándose hasta formar otras estructuras capaces de auto-replicarse y evolucionar que es lo que define a un ser vivo?

Que no entendamos a simple vista y de momento cómo esto puede suceder no significa que no sea posible. Una de las objeciones más conocidas a la posibilidad de la auto-organización de la materia en seres vivos es la aparente y mal planteada cuestión sobre la entropía y el segundo principio de la termodinámica, que postula que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo. Como el concepto de entropía se asocia intuitivamente con desorden, se concluye que sin la intervención de un agente exterior será imposible el orden de un sistema, porque de manera natural todo tiende a desordenarse.

Los que blanden este argumento olvidan que este principio de la termodinámica se aplica a sistemas aislados y la Tierra no lo es. El sol es la fuente de energía externa que impulsa la aparición de complejidad en la Tierra. (Y olvidan también que la entropía puede crear orden, como en el caso de la separación espontánea de una mezcla de agua y aceite).

Insisto, aunque pueda parecer extraño, yo veo orden por todos lados. Pero entiendo que explicar cómo las moléculas esenciales que componen los seres vivos llegaron a formarse y cómo comenzó el proceso de replicación de las mismas, condición indispensable para considerar algo como vivo, no sea tarea fácil.

Solemos asombrarnos ante la posibilidad de la formación de moléculas orgánicas sin un mediador catalítico proveedor de la energía necesaria para formar esos enlaces covalentes, y pasamos por alto que estos enlaces también existen en las moléculas inorgánicas sobre las que no tenemos la más mínima duda de que se formen mediante la acción de fuerzas físico-químicas. El agua, por ejemplo,es una molécula inorgánica compuesta de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno unidos mediante un enlace covalente. Se piensa que la síntesis de esta molécula en forma de gas fue un subproducto en la formación de estrellas y nadie tiene ningún problema con esta afirmación. No veo dificultad alguna ni es ilógico pensar que la formación de compuestos orgánicos, es decir, moléculas que contienen enlaces de carbono con otros elementos, pueda haberse producido también de manera espontánea.

Los experimentos de Miller y Urey (1953) (llevados a cabo para comprobar los resultados de Oparin y Haldane de 1922) demostraron que la formación de moléculas orgánicas complejas era posible a partir de una mezcla de metano, amoniaco, vapor de agua, dióxido de carbono e hidrógeno a la que aplicaban descargas eléctricas a altas temperaturas. Otros experimentos han confirmado que la síntesis de las moléculas orgánicas claves para la vida, como aminoácidos y nucleótidos, puede producirse en ambientes prebióticos si se dan las condiciones adecuadas. ¿Entonces?

Hasta aquí la explicación de cómo la materia puede organizarse para producir los elementos básicos necesarios para construir un ser vivo. El que no entendamos de momento los procesos que llevaron a la formación de la primera entidad capaz de replicación (reproducción), no significa en absoluto el que ésta no haya podido generarse de manera autónoma y sin necesidad de intervención de un agente superior exterior a lo que conocemos.

Creo que tenemos bastantes pistas para pensar que la materia sí es capaz de auto-organización, y que mediante procesos de selección natural, la vida ha evolucionado hasta producir la diversidad que encontramos en la Tierra y que nos incluye a nosotros mismos. 


Pero basta por hoy.