miércoles, 29 de abril de 2015

¿Orden sin ordenador?


Esta entrada es consecuencia de una discusión que he mantenido con alguien hace poco en otro sitio del blog. Como el tema es bastante interesante he decido responder de una manera más tranquila y extensa.

No es la primera vez que alguien me dice que yo soy creyente y tengo fe si pienso que todo lo que existe es materia y energía. Me dicen que tengo fe en lo que pienso porque no lo puedo demostrar. Se extrañan que no considere como equivalentes las posturas de creer en un Dios creador y la de sostener que la materia y energía sea todo lo que existe.

Vayamos por partes.

En primer lugar hay que distinguir entre el significado de las palabras creer y pensar. Muchas veces se utilizan indistintamente con el mismo significado. Pero en sentido estricto, creer es pensar que algo es de una determinada manera sin tener pruebas suficientes que lo demuestren; creer es hacer un acto de fe.

Yo no hago un acto de fe cuando pienso que la materia y energía sea todo lo que existe. Es lo que, de manera natural como resultado de la observación, tengo que pensar si no encuentro algo que contradiga esa idea. Y la única manera de contradecirla es el sostener la alternativa de que todo deba su existencia a un creador.

Ahora bien, para proponer esta alternativa tendrá que haber algo que nos lleve a pensar en la posibilidad de que así sea, es decir, que hallemos algún indicio o prueba de la existencia de ese ser superior.

En mis últimos escritos se puede observar el esfuerzo que con toda sinceridad estoy haciendo para encontrar esas pruebas. Hasta el momento el análisis de la filosofía, la de supuestos milagros, apariciones, videntes o posesiones no me ha proporcionado ni el más mínimo motivo para pensar que la existencia de ese ser superior o del mundo sobrenatural no sea más que el resultado de la imaginación de los hombres en su ansia ancestral de buscar explicaciones a lo desconocido.

Mi interlocutor propone que la observación del orden en el mundo es la prueba de que tiene que haber un agente ordenador. En su última contribución niega que se esté refiriendo al Dios de las religiones sino a un diseñador. Desde mi punto de vista no creo que el nombre sea de importancia. Nos referimos a un agente exterior a lo que conocemos y responsable de su creación u ordenación; pueden llamarlo Dios, Creador, Diseñador o como más les guste. Por cierto, podría ser uno o varios.

Mi interlocutor parte de la idea de que existe el orden en el mundo, y si existe orden debe existir un ordenador (como mínimo), como cuando nos encontramos con un cuadro, una escultura o un libro pensamos inmediatamente que debe existir un artista responsable de esa obra de arte. He intentado varias veces refutar este argumento con explicaciones que o son ignoradas o no se entienden.

Lo intentaré una vez más.

El comparar la organización de la materia, el mundo o el universo, con algo que ha sido fabricado como una obra de arte o una máquina, es caer en la falacia de petición de principio. Es decir, incluimos entre las premisas lo que queremos probar. Si decidimos de entrada que lo que existe es una “obra” está claro que el razonamiento exige la existencia del responsable de dicha obra.
Pero no, el mundo y el Universo no tienen por qué ser como una obra de arte. No se encuentran ordenados como una habitación, un libro o un Airbus y su ser no exige necesariamente la existencia de un plan intencionado. El asumir que así es vicia desde el principio el razonamiento y lo invalida. Por otra parte no entiendo por qué no se aplica esa misma lógica al ordenador o creador. Si ese ser existe, a su vez podría ser considerado como una obra de arte, y debe haber algo o alguien responsable de su existencia y así ad infinitum. Se me dirá que la sucesión infinita de creadores u ordenadores no es posible. Pero tampoco se explica por qué deba existir sólo uno o, incluso más complicado, por qué no un creador y un ordenador con funciones separadas. No entiendo por qué no se utiliza  con el creador la misma lógica que se usa para con las “cosas creadas”.

Aparte de la debilidad lógica de este pensamiento, tendríamos que definir primero y bien lo que significa orden. Hagamos un ejercicio mental. Eliminemos del mundo toda obra creada por el hombre. Dejémoslo desnudo, sin siquiera un instrumento de caza o de labranza. Solo. Miremos ahora alrededor. Lo único que podríamos definir como orden es la existencia de seres vivos y de leyes por las que la naturaleza se rige: físicas, químicas y biológicas. Incluso antes de que surgiera la vida en la Tierra, el único orden que podríamos definir como tal es la existencia de esas leyes de la naturaleza gobernando la materia. Se pierde de vista el que por el hecho de existir, la materia interacciona con ella misma en la manera que nosotros hemos descubierto que lo hace y que denominamos leyes. 

Existen cuatro tipos de interacciones fundamentales entre partículas: interacción nuclear fuerte, interacción nuclear débil, interacción electromagnética e interacción gravitatoria y son estas interacciones las que gobiernan todo lo que existe. La disposición espacial y temporal de determinadas partículas y el resultado de la combinación de esas interacciones puede dar lugar a un sistema que nosotros interpretamos como organizado, por ejemplo una célula.

Imagino a mi interlocutor removiéndose intranquilo en su sillón ansioso por presentarme la siguiente objeción: y si existen leyes que gobiernan lo que existe, ¿quién hizo esas leyes? Porque la existencia de leyes exige inmediatamente la de un legislador.

The smallest double slit: Absorption of one photon emits two electrons from a hydrogen molecule. The interaction between the electrons (wavy yellow line) leads to a loss of interference in the electron angular distribution. The experiment shows the first step of the transition from the quantum world to the classical world.



(Courtesy: Till Jahnke, University Frankfurt)El que podamos descubrir que el comportamiento de la materia y la energía se rigen por unos principios no significa necesariamente que alguien los haya diseñado. La manera en que dos cuerpos sólidos se atraen depende del valor de sus masas y del cuadrado de la distancia que los separa, es lo que conocemos como ley de gravitación universal. Las leyes naturales describen fenómenos de la naturaleza que se repiten siempre que se den las condiciones necesarias. ¿Y es posible que esto suceda sin la actuación de un agente externo? Siguiendo a Leibniz, pienso que las leyes de la naturaleza están fundamentadas en las propiedades intrínsecas de las cosas. Por el hecho de existir están ligadas a un espacio y a un tiempo y a unas características particulares según su naturaleza. La interacción de todos estos factores entre ellos mediante las fuerzas que he mencionado antes es lo que determina que las cosas se comporten siempre de la misma manera cuando se dan las mismas condiciones. Hasta ahora no veo la necesidad de un agente externo planificando y creando leyes.


Pero, responderá mi interlocutor, ¿cómo es posible la organización de un sistema sin la contribución de un agente externo? ¿Es posible que la materia pueda autoorganizarse para generar, por ejemplo, seres vivos?


Cuando hablo de autoorganización no estoy haciendo un acto de fe y me gustaría hacer una consideración que, aunque parezca banal, suele perderse de vista en estas discusiones. No es lógico asumir la existencia de algo que no podemos observar, o de lo que no tenemos prueba alguna, como parte de la ecuación para explicar la existencia. El pensamiento humano -y esto no es cientifismo como algunos quieren hacernos entender- funciona así. No podemos echar mano de trucos de predistigitación para explicar lo que con nuestro conocimiento actual no podemos entender.

Incluso en el caso de la materia oscura, que no ha sido hasta la fecha observada y es meramente hipotética, su existencia se deduce a partir de los efectos gravitacionales observables y medibles que causa sobre la materia visible.  Hay indicios lógicos que nos hace sospechar o al menos hipotetizar científicamente sobre su existencia. No podemos decir lo mismo del mundo sobrenatural ni de la existencia de un creador u organizador.

Por eso, no estoy haciendo un acto de fe cuando supongo como hipótesis de partida el que la materia haya debido autoorganizarse para dar lugar a seres vivos, que quizás sean los únicos sistemas donde podamos hablar claramente del orden al que se refiere mi interlocutor. Lo hago así, y no veo otra manera de afrontar el problema, porque todo lo que observo es eso: materia y energía e indicios de la manera en la que se autoorganizan. 

No atenta en modo alguno contra la lógica ni contra el método científico, el asumir que la materia y energía sea todo lo que existe, mientras no encontremos un indicio o una prueba que nos haga pensar lo contrario.

Continuará