martes, 2 de abril de 2013

Estado de conciencia extendida (o se me está yendo la olla)

 
Me encuentro desde hace ya unos meses en un estado muy peculiar. No acierto a encontrar el término en español que describa lo que me sucede. Me dice mi mujer -cuando al fin alcanzó a comprender lo que me pasaba- que en alemán se le denomina “Bewusstseinserweiterung” y una traducción aproximada podría ser la de estado de “conciencia extendida”. En español el término tiene connotaciones negativas al estar ligado al consumo de drogas o a la parasicología y también se le asocia a la práctica de la meditación o el yoga.

No lo busquéis en Wikipedia porque  el artículo no existe en español.

Sólo puedo intentar comentar algo que aparece en la página en alemán y la experiencia propia. Se trata de un estado de conciencia que traspasa el habitual al que estamos acostumbrados en el que el “yo” se encuentra atareado con la cotidianidad de los quehaceres diarios y la contribución habitual de los sentidos. A este estado se puede llegar mediante la meditación, el pensamiento introspectivo o la reflexión que nos lleva a saber más sobre la naturaleza humana, su propósito o su esencia. En los místicos de diversas religiones el resultado es una iluminación espiritual que es la experiencia de lo divino. Esta experiencia, que no tiene que ser exclusivamente religiosa, viene emparejada con un sentimiento de paz, amor, felicidad o sentido de unidad con el universo. Es un esclarecimiento interior.

Dicen que este estado es parecido a las “experiencias cercanas a la muerte”. También se llegan a ellas de manera patológica por exceso o carencia de algún metabolito en el cerebro o por el consumo de determinados estupefacientes. A lo mejor se me está yendo la olla pero, en el proceso, la verdad es que se descubren cosas muy interesantes.

Es un estado en el que se trasciende al yo y se olvidan las ocupaciones diarias y el pensamiento se concentra en lo fundamental, en lo que realmente importa. Es como un salirse de sí mismo y elevarse sobre el lugar donde uno reposa ascendiendo como si estuviéramos alejándonos del lugar geográfico en el Google Maps y viéramos la tierra desde el espacio. Entonces empieza uno a verlo todo desde otra perspectiva, en conjunto. El yo descubre la maravilla de existir, cuando uno podría no haberlo hecho nunca y esto independientemente de la consideración de que exista un Dios o no. Se encuentra uno a sí mismo, se descubre la conciencia y no como un proceso bioquímico de un conjunto de neuronas fruto de la evolución, es algo más. Se atisba como algo nuevo la terrible suerte de la existencia, terrible porque lleva ligada la idea del final, de la muerte. Ese pensamiento que desequilibra por un momento, y sin entrar en perspectivas religiosas, no impide el que se llegue a alcanzar una sensación de plenitud, aún a sabiendas de que un día uno dejará de ser.

Hoy he leído que en los últimos cuarenta años se han producido en el mundo más de mil ochocientos millones de abortos provocados (1800,000,000). Muchos de ellos, probablemente, habrán sido planeados para evitar una vida de sufrimiento a una persona enferma, otros por el egoísmo de los padres (o de los abuelos), muchos sin saber que se estaba matando una vida. Lo que he pensado es que todas esas personas que podrían haber nacido y haber tenido la suerte que tengo yo de existir, sólo se les permitió hacerlo durante unas semanas o meses. ¡La suerte de existir! independientemente de cómo vaya a ser su vida, de si habrá felicidad o sufrimiento, enfermedad o salud, si será rico o pobre, bueno o malo, inteligente o retrasado. A esas personas se les privó, por decisión de otros, de lo más fundamental, lo que es más importante incluso que la calidad de esas vidas: ¡se les privó de la maravilla de existir!

Siento vergüenza después de esta sesión de pornografía a la que os he sometido al destaparos mi yo, pero es como me siento y lo quería comunicar.